El mero hecho de existir, es condición necesaria y suficiente para «querer saber«. Desde nuestra más tierna infancia comienza una andadura de descubrimiento y aprendizaje, para poder desenvolvernos en el ambiente que nos rodea; cuestión de supervivencia (que a los cachorros del reino animal se les da mejor que a sus análogos humanos).
En esta andadura, la búsqueda de la excelencia es la aspiración a abrir caminos al conocimiento. Ya aventuraba Machado
«Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.»
Del mismo modo, generamos conocimiento mediante un proceso de aprendizaje activo.
Activo el aprendizaje, realmente activa la población; siendo esencial para crear conocimiento experimentar la inquietud por el desarrollo profesional a través del saber, saber hacer y querer hacer; lo que implica ser competente en el puesto de trabajo.
Podemos identificar características propias de profesionales especialistas en tecnología del aprendizaje: Curiosidad – Desarrollo del aspecto lúdico – Capacidad para hacer conexiones – Proactividad – Pasión – Aprendizaje continuo.
Estando la última reflejada en la normativa europea sobre el aprendizaje permanente, en la Recomendación 2006/962/CE, que habla de las competencias clave de éste:
«Las competencias clave para el aprendizaje permanente constituyen un conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes adecuados al contexto. Son particularmente necesarias para la realización personal de los individuos y para su integración social, así como para la ciudadanía activa y el empleo.»
El presente marco define ocho competencias clave y describe los conocimientos, capacidades y actitudes esenciales que se vinculan a cada una de ellas. Estas competencias clave son:
- La comunicación en la lengua materna.
- La comunicación en lenguas extranjeras.
- La competencia matemática y las competencias básicas en ciencia y tecnología.
- La competencia digital.
- Aprender a aprender.
- Las competencias sociales y cívicas.
- El sentido de la iniciativa y el espíritu de empresa.
- La conciencia y la expresión culturales.
Estas competencias clave son interdependientes y, para cada una de ellas, se hace hincapié en la reflexión crítica, la creatividad, la iniciativa, la resolución de problemas, la evaluación de riesgos, la toma de decisiones y la gestión constructiva de los sentimientos.
Sería un buen momento para hacer un análisis individual y tomarnos el pulso sobre cómo llevamos su adquisición y desarrollo.
Ahora bien, siguiendo esta recomendación ¿quiénes deberían adquirir las competencias clave?
- los jóvenes, al término de la enseñanza obligatoria que les prepara para la vida adulta, en especial para la vida profesional, y que también constituye la base para el aprendizaje complementario;
- los adultos, a lo largo de sus vidas, y en el contexto de un proceso de desarrollo y actualización.
Siendo evidente lo que señalaba Alfonso Alcántara en uno de sus pasos, sobre la formación: «la Formación para el Empleo es necesaria en todos los casos«. Además se enfatiza su importancia con la puesta en marcha de los procesos de acreditación de las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral o vías no formales de formación, que se están llevando a cabo en este momento en distintas comunidades autónomas, y en el caso de Andalucía está a punto de comenzar.
De ahí que también hayan surgido iniciativas proponiendo nuevos modelos de formación, buscando adecuarse a las necesidades individuales en relación a las demandas del mercado laboral actual, como la plataforma Floqq. Se hace necesaria la superación de nuestro particular síndrome de Diógenes enfocado a la acumulación de títulos para aprender a resolver de problemas en la empresa.
Algo así como decir: «Ya no se busca talento, que lo hay; sino personas que piensen«, parafraseando a Ana Gómez Narváez, vicepresidenta de la Asociación para la Dirección Responsable de Organizaciones (ADRO) y editora del blog «Estado de la Cuestión«.
Todo ésto para facilitarnos la transición de la Sociedad de la Información a la llamada Sociedad del Conocimiento, localizando pistas sobre el enfoque que nos debemos plantear como profesionales.
La siguiente transcripción de una parte del vídeo que viene a continuación, aporta al respecto:
«El conocimiento reside en la persona y no puede ser comprado con dinero ni creado por capitales de inversión. Se extiende a todas las áreas de la actividad humana y determina dos nuevas clases sociales: trabajadores del conocimiento y trabajadores tradicionales de servicios.
[…]
Estamos ante el inicio de una segunda revolución de la información, y no es una revolución tecnológica. […] Esta nueva revolución está cambiando nuestra percepción del espacio y del tiempo, dimensiones fundamentales de la experiencia humana.
[…] Es una revolución de conceptos, enfrentamos un periodo en el que tendremos que aprender muy rápidamente a conseguir e interpretar información. La Sociedad del Conocimiento cambiará por completo las estructuras sociales, la forma de comportarnos y dirigirnos.»
Y ahora decido si llevar a cabo la interpretación de la información que continuamente me está llegando, o espero a la próxima campanada del reloj, manteniendo mi carroza en estado de calabaza.